jueves, 26 de agosto de 2010

OPERACION ROSARIO

OPERACION ROSARIO, RECUPERACION DE LAS ISLAS

DEDICADO A TODOS LOS VGM QUE OFRENDARON SU VIDA POR NUESTRA PATRIA

No debe de existir la detención del gobernador de un plan de la casa después del ataque simultáneo en la barraca marino.
no puede pollo porque los idiotas ejército dañado su helicóptero.
tratando de localizar una forma de entrar por detras
me hirieron cristian.
fuego.
seguir moviéndose a lo largo de la cresta, que sigue disparando no cuenta de los pocos que somos.
volver.
seguro.
me perdone el capitán no puedo llegar porque he sido herido.
asesinos que él es un bastardo médico.
si no permito que mi médicos salen recibe este, ¿me entiendes?.
algunos kilómetros de distancia.
de aterrizaje principal argentinos comienzan.
francotiradores sólo ahorran posiciones municiones cambio y de destino cada cinco minutos.
santificado sea tu nombre.
esta muerto señor.

DAR CLICK EN EL ENLACE PARA VER EL VIDEO

http://www.youtube.com/watch?v=lj5jrQzWVqI

LA REBELION DEL GAUCHO RIVERO

En las cercanías de la ciudad de Boston, Estados Unidos, se ubica el poblado de Lexington, lugar donde se llevó a cabo el primer combate de la Guerra de Secesión de aquél país, hacia 1775. Un navío de guerra norteamericano yace en las costas del lugar:

es la fragata USS Lexington, una de las tantas que llevan el mismo nombre de aquella que en diciembre de 1831 destruyó casi por completo las defensas argentinas asentadas en Puerto Soledad, Islas Malvinas, cuando gobernaba don Luis Vernet.

Una placa recuerda este cobarde episodio en el sitio nombrado.

Los invasores, entonces, ocuparon los edificios principales, incendiaron la pólvora acumulada del lugar, saquearon propiedades privadas y apresaron a veinticinco pobladores para averiguar quiénes habían osado detener unos buques balleneros estadounidenses que cazaban de manera ilegal.


Con irreverencia, Silas Duncan, el comandante de la Lexington, expresó que las islas pertenecían “al mundo”.

No será esta acción un hecho aislado ni mucho menos.

A lo sumo habría que decir que Duncan fue el primero de una serie larga de piratas y depredadores de ultramar que intentaron apoderarse de nuestras islas Malvinas.

Tres intentos más, los de la goleta Dash, el cúter Sussanah Anne y la goleta Exquisite, de bandera yanqui, imitaron el triste ejemplo de Duncan al saquear la ganadería malvinense hasta hacerla prácticamente desaparecer.

Las declaraciones de aquél, aludiendo la supuesta “universalidad” de Malvinas de seguro ayudaron a alentar las tres acciones ilegítimas.

La intermitencia de los ataques impidió, por ende, fortalecer la presencia argentina en Puerto Soledad, lo que permitió una vertiginosa sucesión de gobernadores político-militares sin que se pudiera restablecer el orden adecuado para ejercer con solvencia la soberanía nacional.


Luis Vernet, el primer comandante político y militar de Malvinas, ungido como tal por el gobierno de Buenos Aires, se aleja de la isla Soledad y fija rumbo al puerto de Buenos Aires, dejando el mando al sargento mayor de Artillería don Francisco Mestivier.

Así lo manifiesta el decreto del 10 de setiembre de 1832, emanado del Ministerio de Guerra y Marina, el cual decía: “El gobierno de Buenos Aires, hallándose en ésta el comandante político y militar de las islas Malvinas y sus adyacentes en el mar Atlántico, don Luis Vernet, y no pudiendo aún regresar, ha acordado y decreta:

1º) Queda nombrado interinamente comandante civil y militar de las islas Malvinas y sus adyacentes en el mar Atlántico, el sargento mayor de Artillería don Francisco Mestivier”.

Poco va a durar Mestivier como gobernador, pues un motín de dudosa procedencia termina matándolo en diciembre de 1832.

Como buen militar que era, Francisco Mestivier repuso el orden y la soberanía argentina en Puerto Soledad, fortificó las defensas e hizo enarbolar nuevamente el Pabellón Nacional.

Los peones obedecían correctamente las órdenes y fueron tratados con todo respeto. La situación, sin embargo, volverá a caer en una anarquía atroz. Habiendo quedado Juan Simón como el hombre fuerte del lugar, siendo el capataz de los peones, comienza a tomar notoriedad…y también empiezan sus abusos.

La goleta Sarandí decide regresar a Puerto Soledad, noticia que no fue tan bien recibida por Simón, pues éste veía en tal regreso la imposibilidad de asumir como comandante político y militar de las Islas Malvinas, cargo que ya había sido asignado al teniente coronel de Marina José María Pinedo, quien viajaba en la goleta y era el hombre de confianza de Luis Vernet.

Pinedo, por tanto, puso fin a los amotinados, pero cuando el 3 de enero de 1833 la fragata inglesa Clío desembarca e invade las Islas Malvinas, el teniente coronel no intentó defender esa posición, y entonces embarca la escasa tropa que tenía consigo y regresa a Buenos Aires.

Iza la bandera argentina y la deja al cuidado de Juan Simón, nombrado por Pinedo como nuevo comandante político y militar de las islas.

Antonio Rivero, el peón justiciero

Antonio Rivero, gaucho entrerriano, llega a las islas Malvinas en el año 1827, y fue un testigo presencial fundamental de todo lo antes referido.

Se dice de él, que trabajó de peón en Puerto Soledad atrapando ovejas y cerdos, a los que luego amansaba.

La gran mayoría de los gauchos e indios insurgentes del 26 de agosto de 1833 eran peones, las más de las veces, mal pagos.

Juan Simón hizo manejos turbios con dinero que, al parecer, les pertenecía a los peones de Puerto Soledad.

Mientras Simón fue comandante político y militar, el capitán John James Onslow, comandante de la fragata inglesa Clío, le “permitió” ostentar dicho cargo, situación que lo puso en ridículo ante los peones que tuvo tiempo atrás a su cargo, y también ante el resto de la población.

Era una marioneta del invasor inglés.

También se le atribuye a Simón el haber destruido las cuentas que llevaba de los efectos y el dinero que hizo junto a su amanuense Francisco Freyre, producto de las ventas de reses a los buques depredadores extranjeros.

Luego de que los británicos ocuparan las islas Malvinas aquel 3 de enero de 1833, un grupo de tres gauchos (Antonio Rivero, Juan Brasido y José María Luna) y 5 indios (Manuel González, Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar y M. Latorre, éste de ciudadanía chilena) acopian armas y puñales y en agosto del mismo año hacen frente a la usurpación.

Logran quitarles la vida a cinco personas, entre ellas Juan Simón y el irlandés Guillermo Dickson.

Este último fue el encargado, por orden expresa del comandante John Onslow, de izar y arriar el pabellón británico cada vez que pasara una embarcación y todos los días domingos.

La bandera del usurpador dejó de flamear desde agosto de 1833 hasta enero de 1834.

No obstante, la suerte de los valientes restablecedores de la soberanía nacional sobre las islas Malvinas tuvo un vuelco significativo cuando llega a las costas de Puerto Soledad el barco inglés Challenger, el 8 de enero de 1834, pues el capitán Seymour despachó al teniente Henry Smith junto a cuatro suboficiales y 30 soldados de Marina para que busquen al grupo liderado por Antonio Rivero.

Recién el 21 de enero los ingleses logran recuperar el control de Puerto Soledad. La persecución fue más punzante, y Rivero y su gente debieron pedir pequeñas treguas por la falta de alimentos.

El primero en entregarse fue el gaucho José María Luna ante el capitán Seymour el 11 de enero, y el último fue el gaucho Antonio Rivero, el martes 18 de marzo de 1834.

Conducido a Londres fue juzgado por un tribunal militar -instancia de la que poco y nada se sabe al respecto-, y luego Rivero fue devuelto a Buenos Aires donde posteriormente integró los ejércitos de la Confederación Argentina.

Se estima que murió combatiendo otra vez a los ingleses, junto a sus aliados de Francia, en la Batalla de la Vuelta de Obligado, el 20 de Noviembre de 1845.

Muchas generaciones, siguieron y seguimos viviendo con el culto de la Soberanía Nacional, basados en la filosofía aglutinante de ser Patria y no colonia, ser potencia y no factoría, nación y no satélite, ni campo de pastoreo de “mesiánicos” o “iluminados” gobernantes.

Rivero, ha sido el punto de partida, de la nación Justa, Libre y Soberana que merecemos los Argentinos.

Fuente

Muñoz Azpiri, José Luis – Soledad de mis pesares. Crónica de un despojo, Corporación Buenos Aires Sur (2007).
Scolaro Francisco – El “Gaucho” Rivero – Rafaela, Pcia. de Santa Fe (2006)
Tesler, Mario – El gaucho Antonio Rivero, Bs. As, Theoria, 1970.
Turone, Gabriel O. – La Rebelión del Gaucho Rivero (2007).

revisionistas

martes, 24 de agosto de 2010

CARTA ABIERTA A LA PRESIDENTE DE LA SEÑORA DELICIA REARTE DE GIACHINO

MAMA DEL CAPITAN GIACHINO

Sra. Presidente:

Soy, al decir de Mirtha Legrand, una “mujer grande”, pero yo me considero una “mujer vieja”.

Imagínese, nací en el 23…

Es por eso que me atrevo a escribirle, para pedirle disculpas.

Cuando la escuché decir que por culpa de los jubilados / as, que nunca se conforman, entre las que me cuento, el pais entraba en “default”, me quise morir a pesar de que no sé muy bien que es, pero que entiendo algo muy grave.

Después que escuché corroborándolo al buen mozón de su Ministro de Economía Amado Boudou, a su carismático y nunca bien ponderado Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, al imperturbable Canciller Timerman, a diputados y a otros conspicuos defensores de su gobierno, me dije “esto va en serio” y lo menos que hubiera deseado en mi vida es perjudicar al Estado.

Pero junto a mis disculpas, pido a usted sea benevolente con tantos viejos/as
,que por eso mismo no comprendemos ciertas cosas y por ahí nos alcanzó “el alemán”(no sé escribir el apellido) ¡para peor !

Le digo Señora, que todo es por soberbia y falta de previsión, ciertamente culpable , pero que le pido considere.

Resulta que no nos damos cuenta de que los que tienen que comer bien, vivir bien, curarse bien, vestir bien, viajar bien, son aquellos que votamos para que nos representen bien.

Nos creemos que porque con nuestra honestidad, nuestro trabajo, nuestra educación, nuestras familias hicimos grande a este país, que usted ahora defiende, nos merecemos una vejez digna.

Pensábamos que aquellos muchachos sanos que hacían la “colimba”, tenían derecho a contar a sus nietos, en el anochecer de sus vidas, como muchos usaron por primera vez zapatos, aprendieron a leer y escribir, como se les inflaba el pecho cuando juraban defender con sus vidas “LA CELESTE Y BLANCA”, pero jamás que con su ambición desmedida destruirían su amada PATRIA…

Creíamos que aquellos hombres que con su sudor empapaban los surcos de aquellos campos vírgenes que hicieron de la Argentina “EL GRANERO DEL MUNDO”, hoy iban a tomar su mate nostálgico en la quietud de un descanso sereno…

Suponíamos que aquellos argentinos que llenaron los claustros universitarios de honores, por su sapiencia, su entrega, su intelecto, que llevaron al país a lugares privilegiados en el concierto internacional, podrían escribir sus memorias sin pensar en el supermercado…

Nos regodeábamos en nuestro pasado ¿porqué?.

Porque cantábamos el Himno Nacional de pie, porque usábamos la palabra como firma indeleble, porque educábamos en la honradez, porque votamos, porque nos equivocamos y volvimos a empezar, porque mandamos los nuestros a la guerra, porque reímos, porque lloramos, porque amamos a Dios, a la Justicia, a la Verdad, por nada más que por eso teníamos derecho a ocasionar la ¡¡¡RUINA !!! Soberbia pura, ¿no le parece Sra.? Perdónenos

En cuanto a la imprevisión, allí casi no tenemos disculpas y acudo a su comprensión.

De los jubilados/as con la “mínima”, unos pocos tienen su casita, su autito y pare de contar.

No pensaron en el futuro.

En cambio, con todo respeto, usted y su esposo, en pocos años multiplicaron no sé por cuanto su patrimonio y es así como el porvenir de sus hijos, nietos, bisnietos, choznos, está asegurado.

Dura lección para no olvidar…

Pero usted, por suerte ha esgrimido su derecho al veto y si esta Ley saliera o saliese, a defoltearse los pasivos/as.

Veremos cómo se portan los senadores, porque , entre nosotras, realmente viendo y escuchando el debate sobre el tema en la H. Cámara de Diputados, debo confesarle que pocas veces me he sentido más humillada, más agraviada, más infeliz, más rebajada que cuando nuestros representantes, se rasgaban las vestiduras en peroratas interminables, dando cifras incomprensibles, tanto a favor como en contra, para demostrar las ventajas y los horrores de una suma de aumento tal, (que seguramente ellos dan de propina en una de las comidas paquetas a las que por nuestro beneplácito, deben concurrir )y por la cual a lo mejor ni siquiera van a recibir un voto, porque hasta el 2011, falta mucho.

Lo doloroso es que nuestra honrosa jubilación se ventile sin escrúpulos y que se admita que viejos/as, estiren la mano esperando una limosna.

Señora el 4º Mandamiento ¿está vigente?

Pero, en mi ignorancia yo pensaba, que ante tan grave problema, le podría sugerir una solución.

Con su permiso.

Digo, si se hiciera una “vaquita”, con los dólares escondidos en el baño de la Michetti, los fajos de la valija de Antonini Wilson,los otros fajos de las otras valijas de los otros personajes, algunas prebendas conocidas y algunos dinerillos que por ahí se escabullen, como aquellos que de Santa Cruz fueron a parar a Suiza, ¿no seria posible evitar el “default” y así quitar el enorme peso de las conciencias de los jubilados/as de la “mínima” por culpa de ese 82% defolteador?

Señora, ruego interprete mis palabras.

Tengo “derecho al pataleo” y usted lo sabe muy bien.

Los argumentos esgrimidos en esta contienda son muy pobres y la afrenta a sus viejos/as, muy dolorosa.

Pido a Dios la ilumine en su dificil tarea y que cada decisión tomada sea a la LUZ DEL BIEN COMUN (poco común).

Respetuosamente en Dios, la Patria y la Flia.

MARIA DELICIA REARTE DE GIACHINO
DNI 1605228
MADRE DEL SR. CAP. DE FRAGATA IMD.
PEDRO RDGARGO GIACHINO
MUERTO EN LA RECUPERACIÓN DE LAS ISLAS MALVINAS

martes, 17 de agosto de 2010

RODOLFO MANUEL DE LA COLINA


El Comodoro de la Fuerza Aérea Argentina; Rodolfo De La Colina nació en la provincia de Buenos Aires un 17 de agosto de 1939.

Fecha en que todos los argentinos recuerdan el paso a la eternidad del Padre de la Patria José de San Martín.

Hijo de Don Manuel De La Colina y de Esmeralda Meisner;

Ingresó a la Escuela de Aviación Militar como cadete de 1er. año , un 3 de marzo de 1956, egresando como oficial con el grado de Alférez del escalfón aire un 19 de diciembre de 1959.

Su misión en Malvinas:

El dia 7 de junio de 1982 , En oprtunidad de realizar un vuelo de reconocimiento fotográfico sobre la isla soledad en nuestras Islas Malvinas, a bordo de un avión Leart -Jet perteneciente al " Escuadrón Fénix" que él mismo comandaba , fué alcanzado por un misil superfice-aire disparado por un destructor de las fuerzas expedicionarias Britanicas .

Que como consecuencia de ello el avión se precipitó a tierra cayendo heroicamente junto a su tripulación ; vicecomodoro Juan Falconier, mayor Marcelo Lotufo,el suboficial principal Francisco Luna,y el suboficial ayudante Guido Marizza.

Engrosando así la lista de los que supieron luchar y morir con dignidad por sus ideales , habida cuenta que ese vuelo de reconocimiento significaba trasponer los limites de seguridad propios , por el tipo de avión empleado y por la misión asignada , que implicaba el sobrevuelo en posiciones enemigas dotadas de poderosas defensas antiaereas, con un avión sin armamento y carente de sistema de eyección , ni paracaídas.

El Comodoro De la Colina se constituiría así en el oficial de mas alta graduación que moriría en combate comandando la unidad a su cargo , comparable únicamente con el coronel Brandasen del Ejercito Argentino muerto en combate al frente de sus hombres en la batalla de Ituzaingo en 1827 durante la guerra de la independencia , según la historiografia argentina .

Rodolfo de La Colina se hizo merecedor de la medalla

"LA NACION ARGENTINA AL MUERTO EN COMBATE"

y declarado por el Congreso de la Nación mediante la ley 24.950 Héroe de la Nacion Argentina.

Hoy evoco mi homenaje a este valeroso soldado de la patria.


Daniel E. Villena
VGM

sábado, 14 de agosto de 2010

PARTICIPACIÓN DE CHILE EN LA GUERRA DE LAS MALVINAS

Se rompe el silencio sobre el pacto secreto Chile-Argentina en la guerra de las MalvinasAl cumplirse el 20º aniversario del conflicto, el ex jefe de la FACH (Fuerza Aérea CHilena) por primera vez da detalles de la estrecha colaboración de Chile con Inglaterra durante la guerra de las Malvinas.

Los contactos con oficiales ingleses, el papel de Pinochet, las armas y radares que la Fuerza Aérea recibió de Gran Bretaña.

El azaroso destino de Sidney Edwards, el agente británico que jugó un rol crucial como enlace en Chile y después se involucró en el tráfico de armas a Croacia.

Se cumplirán 28 años del comienzo de la guerra de las Malvinas.

En el conflicto, desencadenado tras la invasión de soldados argentinos a las islas Falklands ordenada por el general Leopoldo Galtieri, murieron 700 soldados transandinos y 255 británicos.

El episodio, que por lo absurdo sigue siendo un pasaje traumático de la historia reciente argentina, forzó a la Junta Militar que gobernó ese país entre 1976 y 1983 a renunciar y convocar, elecciones.

Dos décadas después quedan muy pocos secretos por develar sobre la guerra. Uno de los principales tiene que ver con la amplia colaboración que las Fuerzas Armadas chilenas encabezadas por el general Augusto Pinochet brindaron a los militares ingleses a lo largo de los dos meses y medio que duró el conflicto.

El general Fernando Matthei, ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile y miembro de la Junta Militar entre 1977 y 1989, revela en esta extensa entrevista -realizada en julio del '99 en el Centro de Investigación y documentación de la Universidad Finis Terrae- gran cantidad de detalles inéditos de esa ayuda, la forma en que se gestó y la gran cantidad de equipamiento y armas que el régimen militar chileno recibió a cambio.

Margaret Thatcher, la ex Primer Ministro británica, ya había agradecido públicamente la colaboración chilena en 1999, en un intento por influir sobre la opinión pública de su país y demostrar que el general Pinochet, por esos días detenido en Londres, había sido un aliado clave de Inglaterra durante la guerra.

Sin embargo, no entregó ninguno de los datos explícitos que esta vez proporciona Matthei (ver recuadro).Durante la detención de Pinochet en Londres, Margaret Thatcher dejó en claro que en 1982 el gobierno chileno ayudó a los ingleses en el conflicto con Argentina.

¿Cómo se gestó esa ayuda y qué papel le correspondió jugar a usted?

En primer lugar, debo decir que la guerra de Las Malvinas -y eso es gravenos nos tomó a todos por sorpresa.

Me enteré de ello leyendo El Mercurio por la mañana.

Sabíamos que estaba la posibilidad y cómo se fue desarrollando, pero jamás pensé que los argentinos serían tan locos.

Años después conversamos con un amigo que fue comandante en jefe de la Fuerza Aérea Argentina -Omar Grafiña Rubens- y él tampoco lo supo allá. Recién se había retirado y estaba como sucesor el brigadier mayor Arturo Basilio Lami Dozo.

Incluso durante una reunión en la que había participado, lo dejaron fuera y trataron las cosas por su cuenta.

Debo reconocer que fue un secreto muy bien guardado por parte de los argentinos. Nadie lo supo.

Tomaron a los ingleses completamente por sorpresa, y a nosotros también...

¿Cuál fue su reacción y la del gobierno?

Tomar nota y estar alerta.

Dos días más tarde se presentó mi oficial de inteligencia, el general (Vicente) Rodríguez (ex jefe del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea) informándome que había llegado un oficial inglés enviado por el jefe del Estado Mayor de la Real Fuerza Aérea británica.

Le dije que lo recibiría. Se trataba del Wing Commander (comandante de escuadrilla) Sidney Edwards, un personaje que no parecía inglés para nada y que hablaba español perfectamente (ver nota).

¿Cómo lo describiría?Era un hombre joven, de unos 35 a 40 años.

Sumamente activo y nervioso, desplegaba un montón de adrenalina. Venía con una carta de Sir David Great, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea inglesa, para ver en qué podíamos ayudarlo.

Tenía plenos poderes para coordinar conmigo cualquier cosa que pudiéramos hacer juntos, lo que a mí me pareció muy interesante.

Me dijo que tenía plenos poderes para negociar, y que lo que a ellos más les apremiaba era información de inteligencia.

Los ingleses no se habían preocupado para nada de Argentina.

Sabían todo lo inimaginable sobre Unión Soviética, pero de Argentina no sabían nada.

Edwards me preguntó en qué podíamos ayudarlos.

Le contesté que no me mandaba solo y que hablaría con el general Pinochet.

¿Habló con Pinochet sobre este "ofrecimiento"?

Conversé con él en términos muy generales, informándole que teníamos una gran oportunidad.

A nosotros no nos interesaba que los argentinos les pegaran a los ingleses, porque entonces -ya lo había dicho Galtieri- seríamos los siguientes.

Recién estábamos digiriendo el discurso de la Plaza de Mayo, en el cual -rugiendo ante las multitudes- había manifestado que Malvinas sería sólo el comienzo.

Parecía Mussolini.

¿Ese discurso los había dejado preocupados?

Nos preocupó que después de las islas apuntaran hacia acá.

Después de todo, ellos calificaban que territorios nuestros también les pertenecían.

En general, Pinochet estuvo de acuerdo en que yo trabajara con los ingleses, siempre que no se supiera, y ambos estuvimos de acuerdo en que por ningún motivo debía enterarse de ello ni siquiera el Ministerio de Relaciones Exteriores.

¿Al Ejército y a la Marina no les había llegado de la parte inglesa una solicitud similar?Nada.

¿Por qué cree que los británicos optaron por la Fuerza Aérea?

Buena pregunta.

A mí me conocían, porque había sido agregado aéreo en Inglaterra entre diciembre de 1971 y enero de 1974.

Aprovecharon los vínculos personales con usted...

Yo había estado visitando sus industrias de material de guerra y tenía contactos con los altos mandos británicos.

Mientras estaba allá, firmé contratos por seis aviones Hawker Hunter, y compramos también seis aviones de caza Vampire.

Me conocían, teníamos una relación fluida.

Estando en Londres, cuando me tocó ir a la Unión Soviética, les pasé a los ingleses una copia del informe que redacté para la FACH sobre lo que había observado en materia de armamentos.

Ellos sabían que era su amigo, pese a que Chile -recuerde que estábamos en la Unidad Popular- lo consideraban parte del bloque del Este.

También influyó el hecho de que yo hablara inglés, que hubiese volado en alguna oportunidad en una unidad de ellos y que conociera de la Real Fuerza Aérea hasta lo que ellos mismos no conocían.

En resumen, tenían bastantes referencias mías y por eso me llego a mí la petición.

¿Qué hizo después de reunirse con Pinochet?

Con el general Pinochet quedamos en mantener esto en absoluto secreto, y luego volví a reunirme con Sidney Edwards, informándole que tenía carta blanca en el asunto y que operaríamos de acuerdo con mis criterios.

Edwards me dijo que tanto el agregado de Defensa inglés -un marino- como la Embajada Británica no sabían de su existencia y que no debían enterarse.

Edwards viajó entonces a Inglaterra para analizar qué podíamos hacer nosotros y a su regreso trajo autorización para que les diéramos información de inteligencia.

¿Qué recibiría Chile a cambio?

Ellos nos venderían en una "libra" -entre comillas- aviones Hawker Hunters, los cuales se traerían de inmediato a Chile por avión.

Y también un radar de larga distancia, misiles antiaéreos, aviones Canberra de reconocimiento fotogramétrico a gran altura y también bombarderos.

El material era muy importante, sobre todo los aviones de reconocimiento, porque en la Fuerza Aérea chilena no teníamos ninguno.

Vuelan muy alto, como los U-2 norteamericanos y tienen unas inmensas cámaras fotográficas.

Además, mandarían un avión de inteligencia, comunicaciones y espionaje electrónico.

Se trataba de un avión Moondrop a chorro, parecido al 707 de pasajeros, pero transformado.

¿Cómo reunía información de inteligencia sin contar con equipos sofisticados?

Nosotros habíamos transformado aviones más livianos en nuestra propia industria y con equipos propios, pero no volaban con la altitud necesaria, porque eran aviones turbo hélices chicos, del tipo 99 Alfa.

Habíamos transformado dos, con unos equipos llamados Itata, desarrollados en conjunto por la Marina y la Fuerza Aérea. Dichos equipos, montados a bordo de estos aviones bimotores livianos, podían detectar todas las señales de radar, analizarlas y clasificarlas.

Pero las señales de radar -al igual que la luz- se proyectan en línea recta, sin quebrarse.

Y no se captan a menos que se vuele a unos 40 mil pies de altura.

Como primera medida, entonces, los ingleses mandaron ese avión, con el cual realizamos un reconocimiento completo a nuestro lado de la frontera.

Hacíamos vuelos a gran altura sobre territorio chileno, pero captando señales del otro lado que nuestros equipos no eran capaces de captar por la cordillera y la baja altura.

¿Cómo puede llegar un avión de esas características y tamaño hasta el aeropuerto de Pudahuel o cualquier base aérea, sin que nadie se dé cuenta?

Ese avión venía como cualquier aparato civil, con un plan de vuelo normal.

¿Y los argentinos no lo detectaron en su espacio aéreo?

Es que no pasó por Argentina.

Todos estos aviones llegaron a través de la Isla de Pascua y Tahití.

¿Y los espías argentinos?

No había espías argentinos, tal como nosotros no teníamos espías en Argentina.

Con este avión se hacían vuelos a gran altura sobre territorio chileno, captando señales del otro lado.

Los nuestros, en cambio, debido a la Cordillera y al tipo de aviones que eran, no podían volar tan alto como para captar las señales.

¿Quiénes pilotearon el avión?

Los ingleses, aunque iba un par de observadores nuestros a bordo.

Nos pasaron la información necesaria sobre los equipos argentinos, pero nada que nosotros no supiéramos ya.

Ese vuelo no nos sirvió, pero se realizó y para la historia es bueno saberlo.

No arrojó informaciones que ya no tuviéramos, lo cual en cierta forma era bueno.

Los ingleses quedaron impresionados por lo que vieron, por nuestros sistemas de escucha en el sur y por el radar de gran alcance que teníamos detrás de Punta Arenas.

¿Con ese radar espiaban al otro lado?

En un cerrito habíamos instalado un radar de 200 millas de alcance comprado en Francia.

En tierra teníamos puestos de escucha en varias partes, que captaban todas las señales y comunicaciones radiales argentinas.

También habíamos desarrollado en Punta Arenas, cuando llegué a la comandancia en jefe, un puesto de mando blindado bajo tierra, bien protegido, al cual llegaban todas las informaciones graficadas y clarísimas, como un teatro.

En ese puesto se reunían todas las informaciones captadas por el radar grande y los más chicos, y por los escuchas.

Allá se instaló Sydney Edwards.

¿Cómo transmitía Edwards esos datos a sus superiores?

Tenía un equipo de comunicación satelital directa con la Marina Real británica en el comando central de Northwood, cerca de Londres.

Lo que pasaba aquí, de inmediato lo sabían los ingleses.Inglaterra no podría haber encontrado un mejor aliadoImposible.

Nosotros avisábamos, por ejemplo, que desde una base determinada habían salido cuatro aviones en dirección a tal parte, que por su velocidad parecen Mirage.

Una hora antes de que llegaran, los ingleses ya estaban informados de su arribo.

¿A usted le iban informando sobre lo que se entregaba a los ingleses?

Yo tenía otras cosas que hacer, pero al final de cada día me informaban lo que había ocurrido.

¿Alcanzaba a contarle a Pinochet el desarrollo de los acontecimientos?

Nunca le contaba nada.

Empecé a no contarle por una sola razón:

si "saltaba la liebre", quería que Pinochet estuviera en condiciones de jurar que él no sabía nada.

De esa forma, podría decir que el culpable era el imbécil de Matthei y que lo echaría de inmediato.

Nosotros siempre vamos a ser vecinos de Argentina, por eso no podíamos echar a perder para siempre esas relaciones.

Imagino que, de todas formas, los argentinos sospechaban.

Antes incluso de que llegara Edwards, ya había conversado con el agregado aéreo argentino.

Le dije que pidiera autorización a sus jefes, porque quería mandarlo para allá con un mensaje.

Delante de otras personas, le pedí que transmitiera a Lami Dozo, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea Argentina, lo siguiente. Primero, que nunca en mi vida pensé que podían ser tan idiotas.

Teniendo todas las posibilidades en mi cabeza, ésta fue la única que no ingresé en mi computador mental.

Segundo, que ante esta situación le garantizaba que la FACH nunca atacaría por la espalda a Argentina.

Tenía mi palabra de honor de que Chile no atacaría, bajo circunstancia alguna.

Tercero, que cuando hay un incendio en la casa del vecino, el hombre prudente agarra la manguera y vierte agua en su propio techo.

Por eso, en este momento haría todo lo posible por reforzar la Fuerza Aérea de Chile y su defensa, porque no hacerlo sería un acto irresponsable de mi parte.

Pero eso equivalía a alertarlos...

Significaba que compraría aviones, radares y misiles donde me fuera más fácil y rápido obtenerlos, es decir, en Inglaterra.

Lo demás no se lo dije, obviamente, y nunca lo habría dicho si no fuera porque pasó toda esta lamentable situación que vivió el general Pinochet en Londres.

Me habría quedado en silencio para siempre.

Ahora le damos el crédito al general Pinochet, pero yo... no es que se lo haya escondido a propósito, sino de buena fe, porque tenía que estar en condiciones de culpar a otro si pasaba una trampa como esa.

Pinochet, o el gobierno chileno, no se podían "fregar" por este motivo.

Uno está dispuesto a hacer esas cosas.

¿Las negociaciones entre usted y Gran Bretaña tomaron en algún momento un cariz político?

Nunca hicimos un planteamiento político.

Ambas partes estábamos de acuerdo en que no queríamos "political commitments" (compromisos políticos) de ningún tipo.

No había una mayor alianza, se trataba estrictamente de que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo".

Tan sencillo como eso: oportunismo.

Puro pragmatismo.

Llámelo como quiera, pero ésa fue la situación.

No hubo mayores compromisos por ambos lados.

Ni siquiera recibí una condecoración británica u otro tipo de reconocimiento.

¿Cuánto duró esta situación?

Se extendió durante toda la guerra.

Nosotros nos quedamos con el avión, con los radares, los misiles y los aviones.

Ellos recibieron a tiempo la información y todos quedamos conformes...

¿Hasta luego y muchas gracias?

Claro.

Y a Sidney Albert Edwards lo despidieron al día siguiente por motivos de índole personal y entonces lo echaron.

Después supe que estuvo metido en el tráfico de armas a Croacia (ver recuadro).

Mientras sucedía todo esto, ¿alguien más de la Fuerza Aérea y de las otras ramas de las Fuerzas Armadas se enteró de lo que usted estaba haciendo?

La FACH, en general, tampoco sabía demasiado.

Lo único que se dio cuenta la Fuerza Aérea fue que había llegado armamento y equipos nuevos.

Llegaron en aviones de transporte ingleses, a través de la Isla de Pascua.

Un día, por ejemplo, apareció un Hércules C-130 que decía Fuerza "Aérea" de Chile.

Se trataba de un avión que tenía el mismo número de uno de los nuestros y al cual sólo le faltaba la letra "e" de Aérea.

Eso llamó la atención.

Estaba pintado con los colores de la FACH y tenía que llevar el radar a Balmaceda, donde se instalaría para tener visión hacia las instalaciones argentinas en Comodoro Rivadavia (ver mapa).

Cuando terminó la guerra lo saqué de ese lugar, porque no era mayormente útil y lo trasladé a otro -donde funciona hasta el día de hoy- para vigilar el tráfico hacia la Antártica.

¿Cuándo terminó la guerra, informó más detalladamente al general Pinochet?

Sí.

Ahí le conté a Pinochet que les habíamos comprado todo ese equipo a los ingleses, a sólo dos "chauchas".

Tenía que saberlo.

Me miraba con una cara...

Pero no le conté todo con detalles.

¿Por qué cree que la colaboración chilena terminó por saberse?

La destapó la señora Margaret Thatcher, pues ella obviamente lo sabía.

El mismo Sidney Edwards me dijo que la Thatcher estaba muy agradecida porque conocía en detalle la ayuda prestada por Chile.

En julio del '99, ella le dio públicamente las gracias a Pinochet por haber ayudado a Inglaterra durante la guerra. Pinochet, en todo caso, no tenía mucha idea.

Conocía el tema en forma general, aunque sabía que nosotros habíamos operado y que yo había pedido autorización en términos muy amplios.

Episodios clave La reveladora entrevista al general Fernando Matthei que publica en este número Reportajes de La Tercera fue realizada en julio de 1999 por la historiadora y doctora en Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Patricia Arancibia Clavel. Junto a ella participaron la periodista Isabel de la Maza y el investigador Jaime Parada.

Patricia Arancibia Clavel dirige el Centro de Investigación y Documentación en Historia de la Universidad Finis Terrae.

La entidad, enfocada desde 1990 a recoger testimonios clave de los protagonistas de la historia reciente de Chile, ha acumulado una serie de registros grabados con personajes como el general Augusto Pinochet y el almirante José Toribio Merino, entre muchos otros.

La entrevista con Matthei publicada hoy no es sino un extracto de la serie de conversaciones que el ex comandante en jefe de la FACH sostuvo con Patricia Arancibia Clavel, y fue publicada con la autorización del general.

Comandos en Punta Arenas La única prueba tangible de que Chile algo tuvo que ver con Inglaterra durante el conflicto fue el episodio de un helicóptero británico que cayó a tierra cerca de Punta Arenas, y cuyos tripulantes fueron rescatados por uniformados chilenos...

Un día llegó Sidney Edwards a confesarme que un helicóptero inglés había caído en territorio chileno.

Le pregunté qué había pasado, en vista de que habíamos acordado que ellos no efectuarían operaciones militares hacia Argentina desde territorio chileno, y que ningún avión inglés que hubiera operado contra Argentina aterrizaría en Chile.

Ese era el acuerdo fundamental al que habíamos llegado.

¿Qué había sucedido?

Ellos organizaron una operación -no de comandos, sino de "súper" comandos- para destruir los aviones Super Etandard franceses de la Marina argentina, que eran los que portaban los misiles Exocet.

Los ingleses sabían que los argentinos tenían seis Exocet y ya habían comprobado su efectividad: con uno solo liquidaron al destructor Sheffield, un día después de que ellos hundieron al Belgrano.

Pero los comandos que habían mandado para allá se perdieron, sin encontrar nada mejor que aterrizar en Chile.

Lo hicieron al oeste de Punta Arenas, cerca de un camino, en el claro de un bosque.

En seguida, decidieron incendiar la nave y aunque nadie los había visto descender, el humo se propagó en dos minutos, llegaron los carabineros, en fin.

¿Qué ocurrió con los comandos?

Tras quemar el helicóptero desaparecieron, comunicándose con Sidney Edwards por radio para saber qué hacían.

Le contesté que llegaran hasta un determinado punto de nuestra base aérea, donde los esperaba un oficial de inteligencia nuestro.

Allí les darían una tenida de civil y los pondrían a bordo de un avión Lan Chile o Ladeco hacia Santiago, para que desde aquí tomaran otro hacia Inglaterra.

Eso fue exactamente lo que se hizo.

Deberían haber quedado internados acá, porque esa es la ley, pero les propuse otra salida.

Por eso, la señora Thatcher también mencionó la salvación de vidas humanas.

¿Los argentinos no se enteraron del incidente?

Sí y nosotros tuvimos que darles largas explicaciones, jurando "de guata" que nada sabíamos.

No sé si nos creyeron o no, pero la verdad es me enojé muchísimo con los ingleses y tuve que poner la cara con Pinochet, diciéndole:

"Mire lo que hicieron estos imbéciles".

El general tuvo que llamar al Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministro tuvo que dar explicaciones.

¿Quién era el ministro en 1982?René Rojas Galdames.

Al comienzo ambos estuvimos de acuerdo en que Relaciones Exteriores no lo supiera, pero en este caso tuvimos que confesar -no toda la operación, sino que los ingleses habían cometido un error-.

Pudimos jurar de buena fe que no estábamos al tanto de la operación.

Un conflicto traumático

¿Cómo era la relación de la FACH con la Fuerza Aérea Argentina durante el período previo al conflicto de las Malvinas?

Buena y franca, en general.

Después en Argentina vino todo el mea culpa, la Junta cayó...

¿Usted se encontró después con alguno de ellos?

No, pero después tuve buenas relaciones con el general Ernesto Crespo (ex comandante en jefe de la FAA entre 1985 y 1989, y jefe de las unidades de combate durante las Malvinas).

También fui invitado oficialmente a Argentina a visitar su Fuerza Aérea.

Nosotros dijimos una sola cosa:

"Lo sucedido en esa época fue el resultado de la locura adquirida por algunos señores en su país, pero eso no tiene nada que ver con las relaciones permanentes.

Estuvimos casi en guerra, ambos lo sabemos, pero fue una locura.

Cerremos ese libro y empecemos nuevamente a construir.

Como Fuerza Aérea, tanto ustedes como nosotros hicimos todo lo posible para que no hubiese guerra.

Fueron los otros quienes armaron este lío, especialmente la Marina y el Ejército.

Parchemos el asunto".

¿Cuán traumática fue la guerra para los militares argentinos?

Cuando viajé a Argentina invitado por Crespo, constaté que había una animosidad muy grande de la Fuerza Aérea argentina contra el Ejército y la Marina de su propio país.

Fueron arrastrados a un conflicto por las otras instituciones, a un conflicto con el cual no estaban de acuerdo como Fuerza Aérea, siendo al final los únicos que realmente pelearon.

Perdieron la tercera parte de su Fuerza Aérea y a muy buena gente, mientras el resto -fuera del Belgrano, al cual torpedearon por andar paseando- no tuvo bajas.

El Ejército peleó mal, hizo el ridículo. La animosidad que existía en la Fuerza Aérea Argentina no era contra los chilenos, sino contra las instituciones hermanas.

Expresaron que todos se habían condecorado, pero que ellos no habían querido hacerlo por desprecio a los otros.

Estaban muy molestos.

Entendieron que nosotros habíamos cumplido con nuestro deber, siendo absolutamente necesario ante una situación de ese tipo.

Una cosa es la amistad y las buenas relaciones con Argentina, que siempre he buscado, pero antes viene mi responsabilidad por defender a Chile.

Lo entendieron de lo más bien y, como siempre lo dije, nunca hubo un mayor resentimiento.

Los primeros indicios La colaboración chilena con las fuerzas británicas durante la guerra del '82 había dado pie a muchas interpretaciones y versiones sin confirmar.

Sin embargo, la primera en admitir públicamente la alianza Santiago-Londres no fue otra que Margaret Thatcher, la ex Primer Ministro británica que decidió, bajo su gobierno, recuperar las islas y declarar la guerra a Argentina.

Su revelación surgió el 9 de octubre del '99, durante la conferencia anual del Partido Conservador británico.

La "Dama de Hierro" decidió tomar la palabra para defender al general Augusto Pinochet, a punto de cumplir un año detenido en Londres.

Junto con condenar la actitud del gobierno laborista de Tony Blair y del juez español Baltasar Garzón, decidió revelar cómo el régimen militar chileno le había ayudado durante la guerra de las Malvinas.

La razón: imponer en la opinión pública de su país la idea de que Pinochet había sido un aliado clave de Inglaterra, y que a los aliados no se los mantiene cautivos.

En un extenso discurso, reveló algunos detalles de la colaboración chilena en el conflicto:

"Chile es nuestro más viejo amigo en Sudamérica.

Nuestros vínculos son muy estrechos desde que el almirante Cochrane ayudó a liberar Chile del opresivo dominio español.

El debe estar hoy revolcándose en su tumba al ver cómo Inglaterra respalda la arrogante intromisión hispana en asuntos internos chilenos.

Pinochet fue un incondicional de este país cuando Argentina invadió las islas Falklands.

Yo sé -era Primer Ministro en esa época- que gracias a instrucciones precisas del Presidente Pinochet, tomadas a un alto riesgo, que Chile nos brindó valiosa asistencia.

Yo no puedo revelar los detalles, pero déjenme narrarles al menos un episodio".

"Durante la guerra, la Fuerza Aérea Chilena estaba comandada por el padre de la senadora Evelyn Matthei, quien está aquí esta tarde con nosotros.

El entregó oportunas alertas de inminentes ataques aéreos argentinos que permitieron a la flota británica tomar acciones defensivas.

El valor de esa ayuda en información de inteligencia se probó cuando faltó.

Un día, cerca ya del final del conflicto, el radar chileno de largo alcance debió ser desconectado debido a problemas de mantenimiento.

Ese mismo día -el 8 de junio de 1983, una fecha guardada en mi corazón- aviones argentinos destruyeron nuestros buques Sir Galahad y Sir Tristram.

Eran barcos de desembarco que trasladaban muchos hombres y los ataques dejaron entre ellos muchas bajas.

"En total unos 250 miembros de las fuerzas armadas británicas perdieron la vida durante esa guerra.

Sin el general Pinochet, las víctimas hubiesen sido muchas más".

Artículo extraído de La Tercera de Chile

VIDEOS DE LA PARTICIPACIÓN CHILENA EN LA GUERRA DE LAS MALVINAS

http://hugosies.blogspot.com/2007/02/chile-y-su-participacin-en-las.html

domingo, 8 de agosto de 2010

TRES DECADAS DE DEMOCRACIA COLONIAL Y DESMALVINIZADORA




Veintiocho años atrás, la guerra de Malvinas y Atlántico Sur constituyó un conflicto patriótico que enfrentó a la Argentina semicolonial de entonces, gobernada por un gobierno cívico-militar, con una de las principales potencias del planeta, respaldada por el bloque de naciones centrales, encabezado por Estados Unidos.

Más allá de las intenciones de los ingleses que precipitaron el conflicto bélico como ellos mismos lo reconocieron y que quedaron sorprendidos —según sus propias declaraciones—, por el coraje argentino, la naturaleza del conflicto no puede ofrecernos dudas, el deber de todos los patriotas está del lado de la patria que libra la batalla contra los dominadores.

La derrota política

El autoengaño de quienes estaban al frente de la Junta Militar (la idea de que Estados Unidos desempeñaría un papel mediador entre dos aliados privilegiados y que el gobierno conservador inglés no se embarcaría en un conflicto bélico) y la verdadera naturaleza de la guerra, estableció las condiciones de la derrota, cuyo origen fue, ante todo, político.

En ningún momento nuestro gobierno tuvo en cuenta que para recuperar las Malvinas, por vía militar o mediante negociaciones, era imprescindible una política nacionalista.

Mantuvieron en todo momento el conjunto de ideas que los llevaron a sostener un programa antinacional, destinado a destruir nuestra independencia económica.

La permanencia de Roberto Aleman al frente del Palacio de Hacienda, representante del capital financiero internacional y de las corporaciones monopólicas, como antes lo había sido Martínez de Hoz, constituyó el presagio más claro del desenlace del conflicto.

Nunca se dieron cuenta que este ataque era la continuidad del apoyo inglés a la subversión apátrida que nos atacó en Tucumán y en todo el territorio nacional.

Como no podía ser de otro modo, las consecuencias de la derrota política y militar comenzaron a pesar de un modo abrumador sobre el destino del país apenas cesó el tronar de los cañones.

La política de desmalvinización fue la principal de esas consecuencias.

En torno a esa política se organizó el conjunto de significaciones imaginarias que habría de predominar en los años venideros.

Su objetivo fue restablecer los mecanismos de dominación y hacerlos perdurables en el tiempo.

El verdadero significado del 2 de abril

Tras la caída de Puerto Argentino y del subsiguiente colapso político, los círculos influyentes de la burguesía local y el capital extranjero comprendieron la necesidad de imprimir un giro en el manejo de los asuntos públicos, así como en el sentido de los mensajes que se enviarían desde la escuela y los medios para anular el pensamiento patriótico entre nosotros los argentinos, en correspondencia con los nuevos tiempos que se avecinaban.

En primer término, era imprescindible que la nueva democracia en curso, hija de Margaret Tatcher y de Isabel II, es decir, impuesta por los vencedores, impidiera cualquier posibilidad de adquirir conciencia nacionalista para entender la política que encerró el conflicto bélico, inconfundible a la luz del comportamiento de Gran Bretaña, Estados Unidos y de sus aliados europeos.

Apuntando en esa dirección, la recuperación de Malvinas fue presentada como una decisión irracional, y los militares que llevaron a cabo, demonizados.

De acuerdo con el nuevo discurso, inspirado en usinas ideológicas del exterior, con amplia repercusión interna, se decía que constituía un verdadero despropósito que un país subdesarrollado y dependiente pretendiese enfrentar militarmente a una potencia de primer orden.

Es decir, que nos conformáramos con ser esclavos.

De forma tal, el 2 de abril fue explicado, en reiteradas ocasiones, creando el mito de un borracho irresponsable.

No importó que hasta ese momento las guerras de liberación nacional en China, Vietnam o Argelia (así como hoy las presentes luchas de los pueblos en Palestina, Irak y Afganistán), hubiesen demostrado que la supuesta imposibilidad de enfrentar al colonialismo y al imperialismo, constituía una falacia.

En este sentido, también la guerra de Malvinas arrojó enseñanzas instructivas.

Por ejemplo, en marzo de 1984 The Economist sostuvo que, sin ayuda de Estados Unidos, no sólo Gran Bretaña no habría podido ganar la guerra, sino que tampoco hubiera podido organizar la campaña militar.

Asimismo, son abundantes los testimonios de origen británico sobre lo cerca que estuvieron de la derrota las fuerzas de su graciosa majestad.

De hecho los ingleses reconocen 1032 bajas pero ocultan por lo menos dos mil más contra 180 soldados argentinos, el resto de nuestras bajas son aviadores y marinos con lo cual llegamos a 649.

En el marco de tantas mentiras en los años de posguerra, los soldados argentinos perdieron su condición de combatientes de una causa nacional, que nos permitiría aumentar nuestro amor patrio y fueron presentados como “los chicos de la guerra”, criaturas inocentes, arrojadas al infierno del conflicto militar en situación de indefensión por la supuesta ineptitud y cobardía de una oficialidad incapaz de afrontar el peligro.

No importaba que la proporción de bajas en los distintos rangos de las fuerzas armadas argentinas, no probara en absoluto el relato desmalvinizador y mostrara en realidad el coraje de oficiales, suboficiales y soldados de nuestra patria.

Por ejemplo, en la Fuerza aérea el 95 % de las pérdidas fue de oficiales y suboficiales.

Una mezcla de pacifismo, democratismo y antimilitarismo burgués, de la cual el alfonsinismo fue la expresión política más decidida, impregnó los distintos aspectos de la vida política nacional, y caló hondo en el ánimo de una clase media desmemoriada y desmoralizada, base social necesaria para el discurso organizado en torno a la falsa antinomia democracia / totalitarismo.

Fue bajo esta influencia que se aseguró la continuidad de las transformaciones de fondo iniciadas por el programa de Martínez de Hoz en 1976, y que han perdurado hasta el presente, destrozando nuestra economía y fraguando un sistema político falaz que provoca la desazón de todos nosotros y que nos hace bajar los brazos.

Esta desazón producto de la mentira y el olvido es la que ha llevado a 700 veteranos al suicidio, muertes que deberán pesar sobre las conciencias de los dirigentes argentinos.

Ruego a Dios Uno y Trino por las almas de estos 700.

Pero así como esa continuidad no está asegurada, ni mucho menos, el 2 de abril y la guerra en el Atlántico Sur recuperarán su lugar en una historia verdadera, servirán de punto de partida para la conformación de una conciencia nacional, y para la gestación de un gran movimiento cristiano y patriótico de amor argentino orientado hacia la liberación de la patria.

Será la manera de ganar la posguerra.

Debemos tener en cuenta que los ingleses no estan hace 180 años en Malvinas, ese período se lo cortamos a los 149 años, sino desde el 14 de junio de 1982 ya que ejercimos plena soberanía durante 74 días y ahora quieren avanzar sobre el continente, nuestra minería y nuestras riquezas explotándolas de manera contaminante para que le dejemos el terreno vacío.

Hay muchas maneras legales y valientes que tenemos los argentinos de defender nuestra patria.

Sumémonos en una verdadera Resistencia patriótica que sea el resurgir de nuestra nación.

Un abrazo celeste y blanco..

Patricio Lons